domingo, 22 de junio de 2014

CORPUS CHRISTI

Él te afligió haciéndote pasar hambre y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no solo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios.
Aquí hay que considerar tres cosas:
Primera: El hambre que habla de nuestra pobreza.
Segunda: El alimento que nosotros conocemos y que sacia el hambre.
Tercera: El alimento que Dios nos da como remedio para nuestra pobreza.
El hambre es signo de la pobreza del hombre. Los reyes también necesitan comer ¡pobriños! Y el mismo Dios, cuando se hizo hombre, andaba necesitado -el pobre- de comida. Tuve hambre y me disteis de comer.
El alimento que nosotros conocemos sacia el hambre, pero no remedia nuestra pobreza y, a menudo, la acrecienta. Porque el que tiene hambre de pan se conforma con un mendrugo pero los que estamos hartos de pan nos sentimos muy desdichados al comprobar que hemos engordado, que tenemos colesterol y que no somos felices.
El alimento que Dios nos da es el único remedio para nuestra pobreza. Se llama Eucaristía. Nosotros no podemos hacerlo y, por mucho que avance la ciencia, nunca sabremos cómo hacerlo porque viene del Cielo.
Nosotros presentamos el pan y el vino -frutos de la tierra y del trabajo del hombre- como signos de nuestra pobreza y Dios -sin que sepamos cómo- nos los devuelve transubstanciados en alimento de vida eterna.
Si venimos a comulgar hartos de pan y satisfechos de nosotros mismos, la Eucaristía no remediará nuestra pobreza. En cambio, si venimos a comulgar humildemente, como mendigos, podremos salir a la calle y volver a casa llevando con nosotros la riqueza de Dios. La Eucaristía enriquece al que la recibe con humildad. Ese puede enriquecer al mundo porque lleva consigo la riqueza de Dios.
Dicen los sabios que la costumbre de sacar en procesión la Eucaristía es del siglo XIII. Sin duda será como dicen los sabios. Pero la idea es de Dios que se hizo Hombre -pobre y esclavo por más señas- para poder pasear con nosotros y remediar así nuestra pobreza. A Dios le encanta pasear por el mundo con los pobres. Siempre estará con ellos.

Javier Vicens en su blog "Zaqueo"

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